¿Puede un niño sufrir una recaída en su duelo?
06/29/2023

El duelo no es un proceso lineal que avanza sin ningún tipo de retroceso. Todo lo contrario. En el duelo hay fechas señaladas, como los aniversarios, las navidades, los días alrededor de la fecha de su muerte u otras situaciones cotidianas inesperadas…, en las que volvemos a sentir que se aviva nuestro dolor y que vuelven a desbordarnos las emociones como si apenas hubiéramos avanzado. Y no es así. En realidad esto suele aparecer cuando avanzamos en nuestro proceso, ya sea en los primeros años después de la pérdida o, en ocasiones, varios años después, formando parte del propio avance del duelo, ya que seguimos tomando conciencia de aspectos que nuestro ser querido llenaba y de lo importantes que eran para nosotros-as.

Y durante el crecimiento de un niño-a estas recaídas o retrocesos pueden tener mayor importancia, principalmente si la persona fallecida es papá, mamá o incluso el hermano-a mayor que tanto le cuidaba y protegía. Porque en el desarrollo del niño-a existen momentos significativos en los que aquello que para una etapa estaba asentado, al iniciarse otra etapa vital conviene volverlo a atender porque puede reabrirse en ellos una tristeza profunda que debemos acompañar y resignificar.

Algunas de las fechas o situaciones significativas para un niño que pueden reactivar su duelo son:

    Festivales escolares o fiestas de cumpleaños de sus amiguitos de clase, en las que el niño ve que otros niños-as van acompañados de sus padres y a él o ella ahora le falta uno.

  Día del padre o de la madre: en los colegios se suelen hacer actividades conmemorativas y para ese niño-a, este año y los siguientes, su padre o madre no estará

  Fiesta de Navidad, Reyes u otras celebraciones significativas familiares

  Cuando llega la primera menstruación, la madre ha muerto y en casa solo hay chicos.

  Cuando llega su primera fiesta importante y mamá no está.

  Cuando el niño experimenta sus cambios hormonales, aparece el vello púbico, descubre sus primeras erecciones o se inicia en las relaciones sexuales y es papá quien murió.

  Cuando en la vida del niño-a aparece un nuevo contacto con la causa de la muerte de su progenitor, ya sea un accidente, un cáncer o cualquier otra enfermedad concreta, y el resultado de esta, en esta ocasión, ha sido la curación y no la muerte.

  Cuando papá o mamá se vuelven a casar, traen a casa una nueva pareja o nos envían a pasar el verano a casa de los abuelos

  Cuando tras la muerte de papá o mamá ya no volvemos a compartir las vacaciones con una parte de la familia, con aquellos primos-as con los que jugábamos cuando íbamos al pueblo de mamá o papá.

  Cuando tras la pérdida de un progenitor la economía familiar se resiente y conlleva cambios del lugar de residencia, del colegio al que iban, de actividades y cuidados que antes tenían y ahora desaparecen o cambian.

  Y también puede llegar a reactivarse tras acontecimientos más lejanos en el tiempo como una graduación, el primer trabajo importante, una boda, la compra o establecimiento de una vivienda compartida con su pareja, el nacimiento de un hijo-hija… 

Y es que el niño-a, a través de su crecimiento y del proceso madurativo de su cerebro va adquiriendo una comprensión más elaborada de la pérdida y el duelo, necesitando en cada etapa evolutiva nuevas aproximaciones y comprensiones de lo que es la muerte y lo que representa. Como esquema muy básico quiero recordaros que

  De los 3 a los 6-7 años el niño-a tiene una comprensión intuitiva del mundo en la que le son difíciles los conceptos de: universalidad, irreversibilidad e inevitabilidad de la muerte, la no funcionalidad del cuerpo y la posibilidad de una conexión no corpórea con tu ser querido.

  De los 7 a los 12 años los niños-as empiezan a construir significados a partir de un pensamiento lógico, muy influido por el marco parental

  De los 12 a los 20 los niños-as van desarrollando la construcción de significados incorporando el pensamiento abstracto con el que operamos en la edad adulta, siendo una etapa en la que los valores, creencias y cosmovisión de la vida y la muerte va a ser confirmada o rechazada con fuerza, siendo una etapa difícil y reflexiva en la que emerge una conciencia relacional importante con uno mismo, con los otros, con el entorno y con lo trascendente.

Por tanto, aunque es cierto que los niños-as pasan por el duelo de una manera más rápida y sencilla y sin una afectación global de su vida, no es menos importante que podáis acompañar al niño-a en los aspectos mencionados según y en cada etapa de su crecimiento intentando, en la medida que sea posible, mantener sus rutinas, permitir y sostener su expresión emocional, atender sus dudas o inquietudes facilitando respuestas adaptadas a su desarrollo y hacer que se sientan queridos y apoyados por toda la red familiar y social de la que dispongamos.

Si crees que te encuentras en una situación así o conoces a alguien en la que sus hijos estén transitando una recaída en su proceso de duelo y crees que necesita ayuda, no dudes en contactar con una profesional del duelo.

Médico terapeuta
en pérdidas y duelo provocadas
por enfermedad o muerte.

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