Pérdida de una amistad, también es duelo
09/09/2024

La ruptura de una amistad no tiene por que ser menos significativa que la pérdida de una de pareja, ya que hay personas muy queridas con las que tienes un vínculo tan profundo y seguro como el que tienes con tu pareja. ¿Te sorprende verlo así?

Lo que en realidad sucede es que la pérdida de una amistad es una pérdida menos visibilizada socialmente, y por ello más silenciada, de ahí que puedas sentirte más solo-a al no recibir la misma comprensión y acompañamiento de aquellos familiares y/o amigos-as que te rodean, aunque lo cierto es que, en cuanto a tu dolor, la calidad de la relación perdida es lo que cuenta.

Hay muchos motivos por los que las amistades se pierden o se rompen: hay veces que las cosas que compartimos cambian, otras veces tenemos o hemos tenido fuertes desavenencias, discusiones o traiciones que resquebrajan la relación del tal manera que se rompe, o aparece alguna circunstancia que pone de manifiesto que lo que sostenía esa relación era un afecto interesado, hipócrita o incluso manipulativo.

También sucede que en el transcurso de la vida crecemos, cambiamos y vamos tomando nuestro camino, con aciertos y errores, pudiendo suceder que, si no cuidamos y actualizamos esas relaciones, podemos irnos alejándonos de ellas poco a poco hasta que un día, casi sin darnos cuenta, descubrimos que hemos perdido a quien fué nuestra amigo-a del alma.

El caso es que cuando, por cualquiera de estas situaciones, ya se ha roto esa relación que había sido tan importante para nosotros-as, podemos sentir el dolor por la pérdida, por el vacío que deja, por algo que ya nunca será igual, vivencias todas ellas que nos hablan de la experiencia del duelo.

Y este proceso de dolor y duelo por el que pasamos puede ser más o menos significativo dependiendo de el nivel de intimidad y confianza vivido con esa persona, de la frecuencia de contacto, de la calidad y del grado del vínculo establecido, así como de las formas y circunstancias que desencadenan y materializan la ruptura de esta relación de amistad.

Como en cualquier otro duelo, cada persona va a hacer frente a su pérdida de distinta manera si bien es muy probable que la tristeza, enfado, frustración, impotencia, tal vez la baja autoestima o la culpa estén presentes.

Sea cual sea tu forma de sentir ese dolor, has de saber que es legítima y que debes darte un espacio para reconocerlo, expresarlo y comprenderlo sin juzgarlo. Se amable contigo mismo-a porque, a veces, la culpa que sentimos no suele ser justa y en muchas ocasiones es una forma de protección que tiene nuestra mente ocupada en un intento de mantener en un segundo plano la pena y el dolor que sentimos.

Cualquier dificultad es una oportunidad para parar, observar e intentar hacer una comprensión amplia de lo sucedido, pudiendo detenernos ante aquellas cosas que que no han sido vistas, dichas o compartidas, intentando entender las razones por las que actuamos de una determinada manera, de forma que podamos llegar a conocernos mejor y aprender a valorar con más claridad aquello que es importante para nosotros-as. Autoconocerse y reconocer nuestros fallos y aquella manera de ver las cosas que tenemos pero que a veces no nos ayuda, siempre será provechoso en el manejo de las situaciones que la vida nos presenta.
Recuerda que ya sea a partir de una decisión propia o sobrevenida, terminar una amistad con una persona que es importante para nosotros-as nunca es fácil, siendo algo que tendremos que transitar para poder adaptarnos a una realidad sin ella.

Como en cualquier otro tipo de pérdida, date tu tiempo para vivir este cambio, sin presionarte por ello, yendo a tu velocidad, la que honestamente sientas que necesitas, pues cada relación, circunstancia y momento en el que llega son únicos. No hay una sola manera de vivirlo si bien es importante que te cuides no solo emocionalmente sino también física, cognitiva y espiritualmente.

Y si crees que esta situación está siendo difícil para ti, pide ayuda a un profesional, pues no siempre resulta sencillo sobrellevar un duelo, y menos cuando nuestro entorno le resta importancia.

Médico terapeuta
en pérdidas y duelo provocadas
por enfermedad o muerte.

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