El pasado viernes 13 de mayo fue el día del niño hospitalizado y, aun siendo un tema muy sensible para las familias, no vi una excesiva actividad en las redes.
La hospitalización es una vivencia con múltiples repercusiones que algunos niños y sus familias viven durante días, semanas o incluso meses y, a veces, con un entrar y salir continuo, situaciones que pueden alterar significativamente la vida de niños y cuidadores.
¿Cómo vive un niño la hospitalización? ¿Podemos hablar de duelo y pérdida en la hospitalización de un niño?
Si, podemos. Y por supuesto, cada situación es única, como es única la vivencia individual y familiar de la enfermedad y de la hospitalización.
Para un niño la hospitalización puede ser una vivencia de múltiples pérdidas como lo son la experiencia de privación de la salud, de frustración, de imposición, de limitación de su libertad, de sensaciones molestas en su cuerpo, de no poder ir al cole o continuar con sus estudios, de no ver a sus amiguitos o de no poder disfrutar de su vida social con sus iguales, de no poder compartir sus tan deseados momentos de ocio.
Y cuando en la vida de una persona se produce una pérdida significativa, ya hablemos de niños, jóvenes, adultos o personas de edad avanzada, las personas iniciamos un proceso de duelo para adaptarnos a ese acontecimiento que nos origina sufrimiento.
Y en el proceso de duelo en niños y jóvenes podemos observar distintas manifestaciones más o menos adaptativas que pueden ser de rebeldía, no colaboración, sumisión, ira, miedo a la muerte, culpa, disminución de la autoestima, regresión de ciertas capacidades a etapas anteriores del desarrollo, o en casos ya más intensos, fobias, obsesiones, angustia o reacciones depresivas, entre otras.
Por tanto, la hospitalización de un niño o joven es un tema que va más allá de su curación física y que debemos atender con una mirada integral, sabiendo que también puede estar viviendo un proceso de duelo originado por la enfermedad y sus consecuencias.
La adaptación de un niño o joven a la pérdida, la enfermedad y su hospitalización depende de muchos factores: de las características personales, del tipo de enfermedad y el tratamiento requerido, de la edad, la capacidad de asimilación de experiencias nuevas, de las experiencias previas vividas, del ajuste a la enfermedad que ha tenido lugar previo al ingreso y, también, de las características del hospital que recibe al niño.
Y paralelamente a todo ello, no debemos olvidar que los niños hospitalizados y sus familias tienen la posibilidad de sobreponerse a la enfermedad y transformar su difícil experiencia en una oportunidad de crecimiento. Los niños tienen una gran capacidad para afrontar la situación desde su capacidad para comprender los cambios que está viviendo, su autoestima, el juego, el humor, su espontaneidad e iniciativa, su creatividad y su capacidad para relacionarse.
Por tanto, como familias, debemos ampliar la mirada de la hospitalización de un niño, una situación en la que convergen la pérdida del bienestar físico, psicológico, social y también espiritual que lleva al inicio de un proceso de duelo por enfermedad en el que no solo está involucrada su salud sino su vida en general.
Si te encuentras en una situación de enfermedad importante o de hospitalización de tu hijo y quieres saber algo más de ello, no dudes en contactarme.