Enamorarse tras la pérdida de la pareja
06/19/2023

Este viernes día 23 es el día internacional de las mujeres viudas, por ello hoy quiero hablaros sobre la vivencia que puede emerger en ti cuando te enamoras y empiezas a tener ganas de compartir tu vida tras la pérdida de tu pareja. 

En todo duelo la persona poco a poco va adaptando su vida a una vida sin su ser querido, colocando internamente esa relación en aquel lugar que le permita continuar con la vida y volver a ser feliz. ¿Pero qué puede suceder cuando la persona que fallece es tu pareja, el amor de tu vida? ¿Podremos volvernos a enamorar?

Es imposible hablar en términos absolutos cuando nos acercamos a la relación entre dos personas. No hay dos personas iguales, ni dos relaciones iguales, ni dos etapas de la vida iguales: ya sea cuando lo que vivimos está siendo un sueño, cuando recién disfrutamos de la maternidad y la crianza, cuando nuestros hijos están en plena adolescencia, o cuando hemos alcanzado la década de los 50, 60, 70… Cada momento vital es distinto por lo que cada persona ha de encontrar su manera única de continuar con la vida y de volver a ser feliz.

Y para cada una de nosotras volver a ser feliz significa una cosa distinta: volver a amar, a encontrar pareja y crear una familia, a tener un compañero o compañera con el que comparto momentos de intimidad pero con el-la que no quiero vivir cotidianamente, o tal vez no quiera volver a tener a alguien con quien compartir mi vida como había hecho hasta ahora. Así pues no debemos asociar, independientemente de la edad, que volver a enamorarse sea el termómetro que determina que el proceso de duelo por la pérdida de una pareja está ya finalizando pues vivir en pareja no es la única forma de ser feliz y, en todo caso, encontrar aquella pareja que de verdad te llena no es cosa de dos días, ni, a veces, de varios años.

Si eres de las personas que desearían volver a vivir tu vida en pareja, es fácil que pienses que no podrás encontrar a otra persona como ella pues de algún modo ella era tu media naranja, tu compañera de viaje. Y si estás ahí es muy probable que, sin querer, valores la nueva relación en comparación con la que has perdido. Y eso no ayuda. Y no ayuda no solo porque no valoramos a la nueva persona en sí misma, sino porque cada vez que la ponemos a competir con alguien que ya no está, y no siendo el resultado de esa comparación el más positivo, lo que acaba sucediendo es que idealizamos cada vez un poco más a nuestro ser perdido. Y es que recordar y dar valor a lo que vivimos no significa que ese pasado se convierta en nuestra referencia, en la cinta de medir cualquier situación que llegue a nuestra vida. Porque siendo natural sentir nostalgia de lo vivido, nada tiene que ver con que lo vivido se convierta en el refugio que no nos permita vivir sin ataduras nuestro presente.

Tal vez te preguntes si serás capaz de volver a sentir lo mismo y que tengas miedo si piensas que no será posible. Es normal que te aceche esa duda pues empezar de cero es un camino en el que hay incertidumbre. Déjate llevar por lo que va sucediendo: una cena agradable, unas risas en un bar, un día en la playa, la posibilidad de volverse a ver,… o por lo que tal vez está emergiendo en ti cuando recuerdas vuestro encuentro y te das cuenta que por un instante te has permitido dejarte llevar…  Recuerda que no hay en ningún lugar de este mundo dos personas iguales, dos relaciones iguales, ni dos momentos iguales. Y el que eso sea así no necesariamente implica que sea mejor o peor, sino que es distinto como distinto es cada día de nuestra vida. Porque ¿crees que un padre o una madre quiere de la misma manera a cada uno de sus hijos? o tú misma ¿quieres de la misma manera a tus dos mejores amigas? Y el hecho de que se quiera de distinta manera ¿significa que esos padres quieren más a un hijo que a otro?, ¿o que tú quieres más una amiga que a otra?  No sé cuál será tu respuesta, pero debo decirte que en mi experiencia, aún no habiendo visto dos amores iguales, si he visto en una misma persona más de una relación y un amor verdadero.

Y también me gustaría preguntarte, ¿cómo te sientes, qué te dices o qué haces cuando descubres que estás empezando a tener interés por alguien? ¿Hay algún atisbo de culpa o sentimiento de traición dentro de ti? ¿Cómo facilita o recrimina tu entorno esta nueva realidad? ¿Crees que sucede lo mismo si tienes 30, 50 o 70 años? ¿Tiene algo que ver la con el derecho de poder elegir cómo deseas vivir tu vida? Son preguntas que te dejo a modo de reflexión ya que tu edad, tus creencias o el círculo en el que te desenvuelves, puede estar ayudándote o dificultando tu decisión, si bien el hecho de que estés ahí, en un mar de dudas y con aún un cierto dolor, ya habla de que estás conectada a la vida y a las cosas que ella te trae.

De cualquier modo, si tu viudedad no gira por estos derroteros, no te preocupes, da tiempo al tiempo ya que valorar el pasado y vivir el presente con todos los cambios que conlleva no es cosa de dos días. Ahora bien, si sientes que a tu alrededor tienes poco apoyo de tu familia, si no sabes cómo llevar adelante tu vida sin él o ella, si los problemas que quedaron sin resolver en vuestra relación no te dejan avanzar, si tu situación económica ha cambiado radicalmente y te obliga a empezar una vida muy distinta a la que llevabas, o bien si no tienes un buen amigo o amiga con quien compartir tus emociones, no dudes en consultar a un profesional que pueda ayudarte a vivir mejor este proceso.  

Médico terapeuta
en pérdidas y duelo provocadas
por enfermedad o muerte.

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