Muchos asociamos la palabra duelo al proceso individual y único por el que transitamos al perder a una persona querida, ya sea amigo-a o familiar, si bien es bien cierto que esta situación no es la única que origina un duelo.
Son muchos los animales que podemos tener como mascotas: perros, gatos, peces, hámsters, conejos, tortugas…. En este artículo nos referiremos principalmente a aquellas con las que más interacción tenemos como son los perros o los gatos.
En algunos casos las mascotas se han convertido en la única compañía de una persona, como sucede con muchas personas mayores quienes mantienen un fuerte vínculo con la vida gracias a poder cuidar de ellas, sacarlas a pasear, darles de comer, llevarlas al veterinario… En otros casos son el mejor amigo, como sucede con muchos niños quienes disfrutan acariciándolas y pasando largos ratos jugando con ellas. Y también son importantes para tantas otras muchas personas, tengan la edad que tengan, para quienes el cariño y afecto que dan y reciben de su mascota es algo único e incomparable por su estabilidad e incondicionalidad.
En cualquiera de estos casos, tras la muerte del animal de compañía la persona tendrá que hacer frente a similares tareas que sufren otras personas en duelo, como son aceptar la realidad de esa pérdida, experimentar el dolor que ésta provoca, adaptarse a la vida sin su mascota y volver a abrirse emocionalmente tras la pérdida. Y la muerte de un animal de compañía muy querido, como la de todo ser querido, puede traernos un duelo que necesita ser compartido y reubicado.
Y es que al morir un animal de compañía las personas viven muchos cambios asociados a las rutinas de cuidado que daban a su mascota como los paseos diarios, peinarles a menudo para mantener su pelo sano y brillante, saludarlos efusivamente cuando te dan la bienvenida al entrar en casa, jugar un rato cuando te acercan sus juguetes, proveerles diariamente de agua y comida, tenerlos en cuenta al hacer la lista de la compra, agendar la cita periódica con la peluquería o con el veterinario, dejarla subir a tu cama o al sofá cuando te sientes con necesidad de caricias y compañía, compartir pedacitos de tu comida cuando se sienta a tu lado mientras comes….
Y si bien sabemos que los animales de compañía tienen una vida más corta que la nuestra y que por tanto tendremos que afrontar su muerte, eso no evita que cuando ésta llega necesitemos un cierto tiempo para aceptar la realidad de su pérdida y para adaptarnos a que nadie nos venga a saludar al llegar a casa, a no verla dormitar en su rincón, a no salir a pasear cada día con ella…
En ocasiones, junto a la tristeza y añoranza que sentimos por su ausencia, nos sentimos incomprendidos por algunas personas de nuestro entorno cuando minimizan o desautorizan nuestro dolor al decirnos cosas como “anímate, sólo era una mascota”, “tendrías que haberla sacrificado antes”, “¿vas a llevar sus cenizas a casa?”, “¿por qué no vamos a buscar otra mascota?”, “tienes suerte de tener dos mascotas a la vez, así no la echarás tanto de menos”… Frases que, aun siendo dichas con buena intención, hacen que tengamos que silenciar o acallar nuestro dolor y nuestras emociones, y harán que necesitemos buscar otros espacios donde poder expresar y compartir nuestra pérdida.
Es normal que en este proceso puedas sentirte triste, enfadada o rabiosa contigo misma o con alguien por algo que crees no se hizo bien, o culpable por alguna cosa pues tu mascota dependía de tus cuidados… Date un tiempo para sentir y reconocer tus emociones y para poderlas compartir con alguien que sepa sostener la expresión de tu dolor, que lo respete sin juzgarlo y que acepte tu particular manera de vivirlo. Poder compartir tu vivencia y ser comprendida es de gran ayuda para el avance de tu proceso de duelo.
Te invito a que, si así lo sientes, guardes un recuerdo físico de tu mascota, su placa, un peluche con el que jugaba, su cojín preferido…. Y, si no lo has hecho ya, a que les des una sepultura digna. No la tires a la basura común ya que, además de tener sus riesgos sanitarios, no suele favorecer el proceso de duelo. Si lo sientes haz un pequeño ritual de despedida con tu familia y amigos o amigas y crea un pequeño espacio dedicado a su recuerdo. Todo ello te ayudará a avanzar en tu duelo al sentir que le has dado esa despedida especial que merece como ese ser tan querido por tí.
Y si hay pequeños en casa, a veces el fallecimiento de una mascota es una de las primeras experiencias con la muerte por lo que va a ser un momento importante para enseñarles lo que es la muerte de un ser querido. Si es posible hazles saber que está enferma y, si les apetece, invítalos a ir contigo al veterinario un día. Y cuando ya llega su muerte, dado que es un hecho que puede generarles miedos, inseguridad o culpa por algo que creen que hicieron o dejaron de hacer, es importante que te sientes a su lado para explicarles lo sucedido con palabras sencillas y sin fantasías ni mentiras piadosas, a la vez que es necesario que acojas la expresión emocional que tengan. Y también es recomendable, si así lo sientes, que prepares un pequeño ritual de despedida con ellos.
Si necesitas ayuda acerca de cómo comunicar esta noticia te invito a visitar mi post del mes de noviembre: ¿Cómo explicar la muerte a un niño? o a que compartas conmigo tus dudas.