El pasado 20 de junio hacíamos foco en las pérdidas que sufren nuestros mayores cuando dejan su hogar para ir a vivir a una residencia. Hoy quiero acercarme a esa situación con la mirada puesta en los hijos-as que toman la decisión de llevar a sus padres a una residencia.
Las residencias son centros especializados que cubren la necesidad que las familias tenemos cuando el cuidado y la atención a nuestros mayores se hace difícil de gestionar y cuando nos damos cuenta que no estamos cubriendo adecuadamente las necesidades que ellos necesitan a medida que avanzan en edad y en la pérdida de la salud. Y aún siendo esto así, cuando nos vemos abocados a tomar esta decisión, con frecuencia aparecen sentimientos de culpa al hacer o pensar en hacer algo que va en contra no sólo de la voluntad de nuestros mayores sino también de lo que nosotros queríamos para ellos y que no podemos sostener.
Es posible que en nuestro interior aparezcan distintas voces contrapuestas que no ayudan a encontrar la serenidad en estos difíciles momentos de decisión. Tal vez tu parte más racional te muestre que tus mayores, padres, abuelos, tíos…, necesitan más atención de la que tú puedes ofrecerles en tu día a día, porque con más frecuencia se van sucediendo situaciones de desequilibrio en su salud que son demasiado complejas y que, aun estando ahí, no acabas de saber cómo se han resolver. Y es el hecho de tener que tomar una decisión que pueda ser inadecuada por falta conocimientos médicos y hacerte cargo de las emergencias que se suceden con más frecuencia también te tensa y te hace sentir angustia por no saberlo hacer mejor y miedo por mera la posibilidad de, sin querer, poder causarles un daño mayor. Y por otro lado, tu parte más emocional es posible te frene si siente que llevarlos a una residencia es tirar la toalla, es ser egoísta al anteponer tu necesidad a sus deseos, es no ser un buen hijo-a porque ellos siempre lo han dado todo por ti, porque tal vez un día les apoyaste diciéndoles que no se preocuparan, que tú estarías a su lado y ahora estás a punto de hacer algo que ellos no apoyan. Y si además cuando se habla de ir a la residencia surge en ellos una actitud de enfado, reproche y resistencia al cambio, es probable que todavía te sientas peor y más insegura en la elección a tomar.
Ante ello creo que es importante que te pares un momento para valorar bien qué significa el paso de llevarlos a la residencia, lejos de desatenderles, traicionarles o ser egoísta.
Piensa de verdad desde donde tomas esta decisión tan difícil, si sostienes o no el buscar lo mejor para ellos ante lo que la nueva etapa trae.
Busca tiempo para sentarte a hablar desde el corazón, para poder expresarles lo difícil que es para ti dar un paso así y de que, aún no siendo lo deseado, es lo más conveniente para la etapa que estáis viviendo. Este cambio de residencia no es en absoluto una excusa para desatenderles en su cuidado ni para abandonarlos. Al contrario. Hay que tomar consciencia que en este momento las necesidades de su salud, cada vez más complejas, deben ser delegadas en un equipo más profesional que el que ahora tenéis a vuestro alcance, para que como hijas-os podáis compartir momentos de más calidad en donde encontraros en el cariño, la compañía y la escucha.
Realmente es un momento de cambio al que deberemos dedicar tiempo. Ten presente la importancia de estar cerca en el antes, durante y después del cierre de su hogar, a la vez que es necesario poder hablar, acompañaros y comprometerse en ayudar a facilitar esta transición tan compleja que, a veces, despierta tantos miedos y contradicciones internas.
Respetaros en vuestras necesidades y ritmos, sostened lo que cada uno de vosotras-os necesita expresar respecto a este paso tan importante, dad tiempo a esta transición que con frecuencia está revestida de dolor y pérdida por ambas partes, no impongáis nada, expresar vuestros sentimientos sin juzgarlos, minimizarlos, justificarlos ni evitarlos. Daros permiso para vivir vuestro duelo de forma consciente, sin mirar a otro lado ya que es la única manera de transitarlo y juntos salir reforzados del reto que esta etapa de la vida os trae.
Y si sientes que necesitas a alguien a tu lado para dar este paso de la mejor manera posible, no dudes en llamarme.