Cuando como mujer te diagnostican un cáncer de mama es inevitable sentir como la noticia que te están dando afecta a todo tu ser: a nivel físico, emocional, a sus pensamientos, sus comportamientos, a nivel laboral, social, laboral, de pareja, espiritual…
Ante un diagnóstico así es normal que tu primera preocupación sea tu supervivencia, si bien en la medida que hay esperanza y se avanza en el tratamiento, aparece una preocupación por tu propia imagen, por la pérdida del atractivo sexual o por la pérdida de tu feminidad, que a menudo suele ser difícil de expresar si sientes que los demás van a considerar como secundarias o superficiales estas preocupaciones.
Y es que todo tratamiento tiene su impacto. Con la cirugía aparecerán cicatrices tras la extirpación o amputación de tu pecho, provocando una asimetría de este. Con la quimioterapia puede traer transitoriamente la caída del pelo, cambios en el peso, cansancio, malestar físico… Con la radioterapia pueden aparecer alteraciones en la piel, quemaduras,…. Con la hormonoterapia pueden aparecer de forma transitoria alguna disfunción sexual. Y todo ello, y más si los efectos no son reversibles, lleva asociado un impacto emocional que debemos integrar reconstruyendo la afectación en nuestra autoestima y en nuestra identidad.
De ahí que si no dedicamos un tiempo a conectar con el malestar emocional que nos genera la pérdida de un pecho o las cicatrices que aparezcan en él, si no conectamos con lo que para nosotras representa esa pérdida corporal, si no lo podemos expresar ni compartir con nuestro entorno más cercano el malestar que genera en nosotras ese cambio físico, este malestar puede cronificarse y desembocar en lo que llamamos un duelo corporal.
¿Qué cosas nos afectan y pueden desembocar en un duelo corporal?
Es normal que sin darnos cuenta nuestro foco de atención se centre en nuestro pecho, en la zona que ha sufrido los cambios. Esto puede hacer que lleguemos a percibir la zona más dañada de lo que realmente está. O al contrario, puede que no podamos ponernos delante del espejo porque sentimos que la imagen que vamos a ver va a ser muy dolorosa para nosotras.
También puede pasar que tras el tratamiento recibido sentimos que nuestro cuerpo ha quedado con una minusvalía física que mina nuestra seguridad y confianza y que ello nos hace aflorar el miedo a no poder volver a sentirnos atractivas, sensuales, femeninas…
Y esta manera de vernos y de hablarnos suele ir acompañada de un malestar emocional. Podemos estar más irritables, indefensas, inseguras, insatisfechas, pudiendo llegar a sentir vergüenza, miedo a que nuestra pareja nos abandone, o incluso empezar a tener síntomas propios de la ansiedad.
Y en un intento de minimizar este dolor, este impacto, podemos llegar a querer esconder nuestro cuerpo, a vestir diferente, a rechazar el contacto físico o sexual y a aislarnos socialmente.
Y todo ello, siendo normal que ocurra, es importante y necesario afrontarlo para que no se convierta en un duelo que se enquista, que se cronifica, que se complica limitando nuestra vida al no saber cómo restablecer nuestra autoestima, aceptar nuestra imagen, volver a disfrutar de la vida, del contacto, de la sexualidad y, en definitiva, cómo volver a ser de nuevo felices.
Por ello quiero ofrecerte algunos consejos para ayudarte en tu proceso:
1- Es importante que puedas expresar tus preocupaciones, tus dudas. Habla de ello con el equipo médico que te atiende.
2- Busca el apoyo entre tu círculo de amigos y personas cercanas: comparte tu tiempo y lo que sientes con ellos.
3- Busca grupos de personas que hayan vivido tu misma experiencia y comparte con ellos tus dudas y tu forma única de vivirlo.
4- Solicita información sobre tu autocuidado, sobre centros que puedan orientarte en cómo minimizar el impacto estético.
5- Poco a poco, vuelve a mirarte en el espejo, aunque sea sólo unos instantes. Mira la zona afectada y también el resto del cuerpo que no te genera malestar.
6- Acerca tu mano a las zonas afectadas y después a tus cicatrices. Tócalas con suavidad y si puedes acariciarlas.
Piensa que es normal todo esto que estás viviendo. Ahora bien, si sientes que lo mejor para ti es vivir este proceso acompañada de un profesional, no dudes en llamarme. Me encantará acompañarte!