DUELO
¿Qué es el duelo?

Es aquel conjunto de vivencias por las que puedes atravesar ante una pérdida significativa como lo es la muerte de un ser querido, la de tu bebé que aún no ha nacido, la pérdida de la salud ante una enfermedad, la pérdida de una parte de tu cuerpo originada tal vez por un accidente, de un sentido, de una capacidad o de un aspecto de ti como tu feminidad, masculinidad o inocencia, la vivencia de una situación de final de vida, la separación de la pareja, la pérdida del trabajo, el no poder ya alcanzar una meta, un status social, una posición de poder o económica con la que habíamos soñado, etc.

El duelo es el proceso normal de adaptación a una pérdida. Hablamos de “proceso” porque es una vivencia que a lo largo del tiempo va cambiando y que en determinados momentos, como puede ser una fecha significativa, el regreso a un lugar especial para ti, puede hacerte sentir no sólo que no avanzas sino que estás retrocediendo en la percepción de tu dolor.

En este proceso, es normal que sientas dolor, un vacío enorme, que estés perdido/a, aturdido/a, o angustiado/a cuando pierdes a alguien o algo importante en tu vida.

El hecho de que sea normal
no significa que el camino sea
fácil ni que se resuelva dejando
pasar el tiempo, pues requiere
voluntad y tener un papel activo
para hacer frente a la nueva
situación que emerge tras
la pérdida.

Es gracias al dolor que sientes que avanzas en tu duelo, sentir ese dolor, ese vacío, es lo que te hace pararte a pensar, a cuestionar lo vivido y lo no vivido, lo dicho y lo nunca dicho, a reflexionar sobre el sentido de tu vida y de lo que haces con ella.

Y es que, para cada pérdida, la forma en la que se hace frente es única. Son tus circunstancias, el momento en el que sucede, tu manera de ser, de sentir, de pensar, de amar, de reaccionar…, las que la hacen irrepetible.

Y todo ello, el hecho de que sea un proceso activo, con vaivenes, único e irrepetible, es lo que hace que el duelo sea, en ocasiones, un proceso complejo que puede llevarte a una crisis vital, o a una pérdida de sentido, en la que sientas que todo tu mundo se tambalea. Muchas cosas que en tu vida dabas por definitivas tienen que ser replanteadas para poder seguir adelante. El duelo te invita a hacer una reflexión, a una revisión de tu identidad, de cuáles son las cosas verdaderamente importantes para ti, de tus valores y creencias, de la relación que mantienes contigo mismo/a y con los demás y, posiblemente, también con lo trascendente, así como a un desarrollo personal. Y todo esto es a lo que llamamos “hacer el duelo”.
No atender a lo que nos trae el duelo puede complicarlo, o incluso cronificarlo. En muchas ocasiones el apoyo no es necesario que venga de un profesional, puede venir de una persona de plena confianza con la que puedas expresar tu sentir y la manera de vivir tu duelo. Ahora bien, incluso cuando se tiene ese apoyo, puede ser de gran ayuda acudir a un terapeuta especializado ya que suele ser frecuente que, tanto familiares como amigos, no sepan cómo ayudarte y te apremien para que pases página antes de que tu duelo haya terminado.

En definitiva, en todo duelo emerge un trabajo personal que nadie puede hacer por ti y que te llevará a elegir de qué modo quieres transitar ese camino. Deseo que el hecho de comprender mejor la naturaleza y la profundidad del duelo puedan ayudarte a no desanimarte y a seguir avanzando en el camino de tu vida.

Médico terapeuta
en pérdidas y duelo provocadas
por enfermedad o muerte.

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