Todos vivimos la pérdida de manera única, según nuestra manera de ser, las experiencias que hemos tenido en la vida, el apoyo con el que contamos y los recursos que hemos aprendido que nos ayudan a lidiar con el dolor. De ahí que para acompañar con respeto y sensibilidad a cada persona en su proceso necesitamos tener muy presente esa manera tan personal y única que tenemos de atravesar el dolor.
Socialmente hablamos poco del duelo. Aprendemos a vivirlo según lo hemos visto en nuestro entorno más cercano. Por eso no es extraño que en algunas familias se haya transmitido la creencia de que los hombres expresan menos sus emociones y evitan hablar de ellas, mientras que en las mujeres necesitamos hacerlo y lo hacemos con más frecuencia y apertura. Pero esto no tiene por qué ser así.
Aunque las generalizaciones nunca aplican a todos los casos, es cierto que hay formas distintas de expresar el dolor de una pérdida. Eso no significa un proceso sea «mejor» o «peor», ni que haya una forma correcta de vivir una pérdida, sino que hay distintos estilos o formas de expresarlo. Porque en el duelo, más que hablar de género es más acertado hablemos de estilos de afrontamiento.
El duelo masculino o un estilo más instrumental
Las personas que viven su duelo de esta manera suelen expresar las emociones de manera más reservada. Ello no significa que sientan menos o que sus emociones sean menos profundas, sino que viven sus dolor de forma más privada, sin compartirlo tan abiertamente con los demás.
Para estas personas, puede ser importante mantener el control sobre lo que sienten, expresan y sobre lo que pasa a su alrededor. Su forma de enfrentarse al dolor suele ser más racional que emocional o afectiva. Cuando las emociones afloran, tal vez es más frecuente que sea en forma de enfado o culpa, que como tristeza o añoranza.
Este estilo de afrontamiento se enfoca más a la acción, a resolver problemas como una manera de manejar sus emociones. El dolor de la pérdida se canaliza a través del hacer: trabajar más, asumir nuevos proyectos, hacer deporte o realizar actividades manuales y prácticas. No es común que estas personas busquen hablar mucho sobre su duelo o que sean ellas las que inicien conversaciones alrededor de este tema. En muchos casos, prefieren focalizar su energía en mirar hacia adelante y empezar una nueva etapa en su vida.
Aunque comunicar lo que sienten pueda serles difícil, suelen sentirse a gusto compartiendo actividades con amigos y seres queridos y les ayuda en su proceso. Estar presente y acompañarlos en cosas concretas, sin forzar el diálogo, es una forma de acompañarlos y de brindarles tu apoyo.
Un estilo de duelo más intuitivo
Las personas que atraviesan su duelo de esta manera tienden a vivir las emociones de forma más abierta, frecuente e intensa. Sienten la necesidad de hablar, de compartir lo que les pasa, de poner palabras a su dolor, siendo también una manera de explorar lo que están sintiendo. La tristeza suele una emoción visible, más que el enfado o la culpa.
Estas personas suelen experimentar una disminución de su nivel de energía, sintiendo cansancio, ansiedad o una sensación general de agotamiento. También pueden sentir confusión, dificultad para concentrarse o una cierta dispersión. En situaciones de mayor vulnerabilidad pueden tener la necesidad de aislarse, de quedarse en casa o en su habitación, o de evitar el contacto social.
El dolor de la pérdida afecta a sus rutinas: disminuyen las ganas de hacer actividades físicas, planes de fines de semana, incluso pueden tener menos apetencia sexual. En estos casos, contar con un espacio donde expresar su vivencia y con una red de apoyo cercana, empática suele ser de gran ayuda.
En algunos casos, cuando la persona siente que su pareja no está viviendo el duelo de forma compartida o no logra conectar con ella emocionalmente, pueden aparecer tensiones y frustración. Esto se debe a que, en un momento de gran dolor y vulnerabilidad, se hace especialmente necesario sentir la cercanía y el apoyo de sus seres queridos más íntimos.
Es importante recordar que no existe una forma «normal» de vivir el duelo. Es natural experimentar una gran variedad de emociones y comportamientos, algunos más intensos y frecuentes que otros, ya que cada persona afronta la pérdida de manera única.
Lo verdaderamente importante va es que podamos reconocer y aceptar esas diferencias, sin caer en estereotipos, sosteniendo siempre una mirada empática y respetuosa. Facilitar que cada persona viva su proceso de manera auténtica, sin presiones ni expectativas, ayuda a que cada el dolor y la adaptación a la pérdida transcurra de manera más genuina y saludable.