Por qué una pérdida puede afectar a tu alimentación
03/27/2025

Como ya abordamos en el pasado post del cómo el duelo afecta al sueño, el duelo es un proceso que además de tener un gran impacto emocional también afecta al bienestar físico de la persona. Entre la sintomatología más frecuente del duelo se encuentran los cambios en la alimentación y el peso, los cuales pueden manifestarse de diversas formas: pérdida del apetito, atracones emocionales, fluctuaciones de peso y trastornos digestivos. La relación entre el duelo y la alimentación es compleja y depende de múltiples factores, incluyendo la intensidad de la pérdida, el contexto emocional y la historia previa de cada individuo con la comida.

Para muchas personas, el duelo conlleva una disminución drástica del apetito. La tristeza, la ansiedad y el estrés pueden desencadenar una respuesta fisiológica que reduce el hambre. Es posible que hayas sentido un nudo en el estómago, dificultad para tragar o una falta de interés por la comida. Si esto pérdida del apetito se mantiene en el tiempo y tu alimentación es deficitaria puede conllevar algún déficit nutricional, una pérdida de peso más o menos significativa y a debilitar tu sistema inmunológico.

Por otro lado, otras personas experimentan el efecto contrario: un aumento del apetito como una forma de calmar el dolor emocional o de combatir la ansiedad. Comer se convierte en un refugio para llenar el vacío que deja la pérdida, funcionando como una estrategia de aliviar del dolor. Las digestiones copiosas y pesadas requieren de un aporte extra de sangre en el estómago que provoca una sensación de alivio de la angustia mientras dura la digestión. Lo que sucede es que este efecto dura solo unas horas porque luego vuelve el bajón. Este tipo de alimentación emocional puede derivar en el consumo excesivo de alimentos ricos en azúcares y grasas, lo que no solo afecta el peso, sino que también puede generar, en algunas personas, problemas metabólicos, como resistencia a la insulina o hipertensión, o alteraciones en la calidad del sueño.

El acto de comer no es solo una necesidad biológica, sino también un acto social y emocional. Muchas culturas asocian la comida o el alcohol con el consuelo, y en momentos de pérdida, es habitual que amigos y familiares ofrezcan alimentos como una muestra de apoyo, o compañía mientras tomáis una copa juntos-as. Sin embargo, cuando el proceso de duelo se prolonga y no se gestiona adecuadamente, la alimentación o el alcohol pueden convertirse en una herramienta de evasión, creando patrones poco saludables.

En algunos casos, el duelo puede desencadenar o agravar trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón. La pérdida de control sobre la comida puede ser una forma simbólica de expresar el dolor o de intentar recuperar un sentido de dominio sobre la vida. Para quienes ya tienen una relación conflictiva con la alimentación, el duelo puede ser un detonante que los lleve a un lugar de riesgo en su trastorno.

Los cambios en la alimentación durante el duelo pueden tener consecuencias en tu salud. Una mala nutrición puede provocar fatiga, debilidad muscular, alteraciones hormonales, disminución de la capacidad de concentración y una mayor irritabilidad. La sobrealimentación, puede acabar derivando en enfermedades como diabetes tipo 2, sobrepeso, obesidad y problemas cardiovasculares.

El estrés emocional sostenido también puede alterar nuestra microbiota intestinal, contribuyendo a problemas digestivos como inflamación, síndrome de intestino irritable o gastritis. Y por su parte el insomnio o la mala calidad del descanso también pueden contribuir a alterar los patrones de hambre y saciedad, promoviendo la ingesta desordenada de alimentos.

Si tu alimentación se ve afectada por tu dolor es importante que intentes cuidarla para no generar otras disfunciones que añadan más dificultades al momento por el que estás pasando. Algunas estrategias que pueden ayudarte son:

  • Hazte consciente de si estás teniendo cambios sostenidos en tu apetito o en la rutina de tus comidas: Identificar si la alimentación está siendo afectada por la tristeza o la ansiedad es el primer paso para evitar hábitos poco saludables

  • Establece rutinas en las comidas: No saltarse las comidas y mantener horarios regulares y ayuda a evitar el ayuno prolongado o los atracones impulsivos.

  • Optar por alimentos nutritivos: Comer sano es una manera de cuidar tu cuerpo. Date cuenta de si estás comiendo más grasas o azúcares, o si te estás pasando a los congelados y precocinados. Elegir una dieta variada a base alimentos frescos es una buena manera de cuidarte. Las frutas, verduras y carbohidratos complejos, así como no abusar de las proteínas, puede mejorar el estado de ánimo y tu energía. Intenta evitar el consumo copioso de grasas saturadas y de dulces ya que dificultan las digestiones y cuando sus niveles en sangre bajan crean “punzadas de hambre” en tu estómago.

  • Buscar apoyo emocional: La terapia o el acompañamiento psicológico pueden ayudar a gestionar el duelo sin recurrir a la comida como mecanismo de afrontamiento.

El duelo es una experiencia que va más allá del dolor emocional, afectando al cuerpo y a los hábitos alimenticios. Comprender la conexión entre las emociones y la comida permite tomar decisiones más conscientes y desarrollar estrategias saludables para afrontar la pérdida. El autocuidado y el apoyo adecuado son importantes en el acompañamiento de tu duelo.

Médico terapeuta
en pérdidas y duelo provocadas
por enfermedad o muerte.

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