La pérdida perinatal y gestacional hace referencia a aquellas pérdidas que sufren las parejas o las madres solteras cuando pierden al hijo-a que esperan o al que dieron a luz con vida pero no pudo sobrevivir. Se conmemora internacionalmente cada 15 de octubre.
Esta es una de las pérdidas más tristes que puede sufrir un padre o una madre ya que a la pérdida de su hijo-a se le añade, con frecuencia, que la sociedad y el entorno más cercano tienden a minimizar su dolor, a quitarle importancia, al punto que algunos padres y madres llegan a silenciar su vivencia sin ni tan siquiera llegarla a compartir. Cuando ello ocurre, estamos ante la vivencia de un duelo silenciado o desautorizado.
La pérdida de un bebé confronta a la pareja o a las madres solteras, a ciertos aspectos muy particulares de su duelo como son: la pérdida del rol como padre o madre si se trata de un primer hijo, la vivencia del momento soñado al dar a luz a su hijo-a, la brevedad o nulo contacto con su hijo o hija, la escasez de recuerdos y de vivencias juntos, la velocidad a la que pasas del sueño de concebir una vida a abrazar la muerte, la confianza lastimada para volver a ser madre, la merma de autoestima…, además de todos los sentimientos de pérdida y dolor que afloran en todo proceso de duelo.
En ocasiones, a esta realidad se le une la dificultad de sentirse acogido y respetado en la vivencia de tu dolor por tu pareja, algo que jamás habríamos imaginado que sucediera. Y es que hemos de recordar que cada uno de nosotros tenemos una vivencia única del dolor, que hemos construido a través de vivencias previas, de lo que hemos visto en casa, de cómo nos han educado con respecto a los que es bueno o malo ante una pérdida…. Así que es posible que descubras que tu pareja tiene una manera, un ritmo y una forma distinta de hacer frente a su dolor frente a la pérdida de vuestro hijo-a, conllevando un esfuerzo adicional para ambos para comprenderos, respetaros y acompañaros en un momento en el que más os necesitáis mutuamente.
Por todo ello, es importante que los amigos-as, la familia, los compañeros-as de trabajo seáis muy respetuosos con ellos. Hay frases que conviene evitar como “sois jóvenes, seguro que tendréis más hijos…”, o “mejor que haya pasado estando de pocos meses que más hacia el final del embarazo”, “no llores más, pronto estarás embarazada de nuevo”…. Todas ellas son frases que aún siendo dichas con la intención de animarles en su dolor, llevan implícito un mensaje que minimiza su vivencia actual, que le quita importancia, que no les da el tiempo ni el espacio para vivir y reconocer su pérdida.
Animar a una pareja a tener otro hijo para que se olviden de lo sucedido no es un buen consejo. Ningún hijo llena el hueco que deja otro hijo al marchar pues cada uno de ellos es insustituible en sí mismo, con independencia del tiempo de vida que hayamos podido compartir. Deja que estos padres hagan su proceso y que de la significación de su dolor, surja de forma natural una nueva ilusión, un nuevo deseo de ser padres otra vez.
Por contra, los padres y madres en duelo valoran mucho ser escuchados, ser acompañados y ser sostenidos en su dolor. Muéstrate cálido, cercano, accesible. Si ante su relato y su vivencia no sabes qué decir, no es necesario que digas nada. No se espera de ti que hayas pasado por ello ni que conozcas a alguien que sí lo ha pasado. En ti buscan tu compañía, tu cariño, tu sostén. A veces un darse la mano, un abrazarse, ofrecerse para ayudarles con sus otros hijos o ayudarles a recoger juntos las cositas de su bebé, alcanza una mayor significación que muchas de las palabras dichas. Y por qué no, si se da el caso, ayúdales a celebrar una despedida cuando se sientan fuertes para ello, a pesar de que, según cómo y cuándo haya tenido lugar la pérdida, no habrá posibilidad de entierro.
En estos casos, como en toda pérdida, es muy beneficioso hacer un ritual de despedida, buscando ese lugar especial donde quieres que se realice, eligiendo qué personas quieres que estén presentes, leyendo algo significativo, buscando una música que os acompañe, realizando un gesto conmemorativo como plantar unas flores, un arbolito, encendiendo unos farolillos o soltando unos globos al cielo,…
Toma cualquiera de estas sugerencias como ejemplos que pueden inspirarte para afrontar este momento, pero que no tienes por qué hacerlos si no lo sientes o no lo deseas. Lo importante es poder respetarte y respetaros en vuestra manera única de vivirlo, sin minimizar vuestro sentimiento y vuestro deseo para vuestro hijo-a, permitiéndoos que él o ella tenga el lugar que se merece en vuestras vidas.